Cuando pensamos en Francia, la imagen que casi siempre aparece primero es la Torre Eiffel. Y sí, París es una ciudad maravillosa, llena de historia, arte y romanticismo. Pero después de mi viaje, puedo decir con toda seguridad que Francia es mucho más que París. Me propuse descubrirla en profundidad, y la mejor forma que encontré fue recorrerla en tren. Comodidad, eficiencia, paisajes únicos y libertad: todo eso me regaló este recorrido que quiero compartirte.
Viajar en tren por Francia: rápido, cómodo y sostenible
Antes de este viaje, ya había escuchado que moverse por Francia en tren era fácil. Pero vivirlo fue otra cosa. El sistema ferroviario francés es uno de los mejores de Europa, y te permite llegar desde las grandes ciudades hasta los pueblos más pequeños de manera eficiente y cómoda.
Yo elegí viajar en los TGV (Trains à Grande Vitesse), los famosos trenes de alta velocidad que conectan puntos clave del país en pocas horas. Por ejemplo, llegué de París a Lyon en solo dos horas, sin tener que pasar por un aeropuerto, sin largas esperas ni controles. Los trenes TGV cuentan con asientos espaciosos, Wi-Fi, enchufes y hasta cafetería, lo que hace que el trayecto sea parte del disfrute.
Además, comparado con el avión o el coche, el tren es una opción mucho más ecológica. Al emitir menos CO₂, contribuye a un turismo más sostenible. Y eso, para mí, hace toda la diferencia al momento de viajar de forma más consciente.
Las estaciones: ubicaciones privilegiadas y sin estrés
Algo que me encantó fue que las estaciones de tren suelen estar en pleno centro de las ciudades. Esto te ahorra tiempo y dinero en traslados adicionales, ya que puedes bajarte del tren y en pocos minutos estar en tu alojamiento o explorando la ciudad. A diferencia de los aeropuertos, que suelen estar alejados y requieren transporte extra, las estaciones te reciben justo en el corazón de cada destino.
Además, el proceso de embarque en el tren es rápido y sin complicaciones. No hace falta llegar con horas de anticipación ni pasar por controles de seguridad intensos. Esto hace que todo fluya mejor y puedas aprovechar al máximo tu tiempo de viaje.
Los paisajes desde la ventana: parte del viaje
Una de las cosas que más disfruté fue simplemente mirar por la ventana. Muchos trayectos en tren por Francia son auténticos espectáculos visuales. Desde los campos de lavanda en la Provenza, pasando por los viñedos de Burdeos hasta las montañas de los Alpes, cada tramo ofrece paisajes que parecen sacados de una postal.
Este tipo de viaje te permite conectar con el entorno, ver cómo cambia el paisaje de una región a otra y apreciar la diversidad geográfica y cultural del país. Es una forma de descubrir Francia de manera pausada y auténtica, sin perder la comodidad.
Blois: una joya en el Valle del Loira
Uno de mis destinos favoritos fue Blois, una ciudad encantadora situada en el Valle del Loira. Llegar en tren fue muy fácil, y desde la estación ya se podía ver parte del imponente Castillo Real de Blois, uno de los más importantes de la región. Esta ciudad es perfecta para una escapada de uno o dos días y tiene una vibra mágica, con sus calles empedradas, casas antiguas y vistas al río Loira.
El castillo en sí es impresionante, con una mezcla de estilos arquitectónicos que reflejan distintas épocas de la historia francesa. Recorrerlo fue como viajar en el tiempo, y desde sus balcones se tienen vistas panorámicas hermosas.
Blois también es una excelente base para explorar otros castillos del Loira, como Chambord o Cheverny. Viajar en tren entre estos pueblos es simple, rápido y muy pintoresco.
Lyon: gastronomía, historia y vida local
Otra parada imperdible fue Lyon, la capital de la gastronomía francesa. Esta ciudad me enamoró con sus sabores, su historia y su energía. Llegar en tren desde París fue cuestión de poco más de dos horas, y apenas bajé ya sentí un ritmo distinto, más relajado pero lleno de vida.
En Lyon, comí como nunca. Desde los famosos “bouchons” (restaurantes típicos lioneses) hasta panaderías locales, todo era un festín para los sentidos. Pero no solo es comida: el Vieux Lyon (casco antiguo) es Patrimonio de la Humanidad y recorrerlo a pie es una experiencia fascinante.
Además, Lyon tiene una red de transporte muy buena, y desde la estación se puede llegar fácilmente a cualquier parte de la ciudad. Lo mejor fue disfrutar de una ciudad auténtica, menos turística que París, pero con muchísimo que ofrecer.
Marsella: mezcla de culturas frente al mar
Desde Lyon viajé a Marsella, la segunda ciudad más grande de Francia, ubicada en la costa mediterránea. El tren me dejó en pleno centro, y desde ahí fue fácil comenzar a explorar. Marsella tiene una identidad única, una mezcla de culturas, sabores y paisajes que la hacen especial.
El Vieux-Port, el antiguo puerto, es el corazón de la ciudad. Allí tomé un café mirando los barcos y sentí que el tiempo se detenía. También subí a Notre-Dame de la Garde, desde donde se tienen vistas panorámicas de la ciudad y el mar. Marsella es vibrante, caótica y real.
Desde allí también hice una escapada a las Calanques, unas formaciones rocosas impresionantes con aguas turquesas, ideales para caminatas y nadar. Lo mejor es que todo esto se puede hacer fácilmente en transporte público o con conexiones ferroviarias.
Burdeos: vinos, elegancia y arquitectura
Después, el tren me llevó a Burdeos, una ciudad que superó todas mis expectativas. Famosa por sus vinos, sí, pero también por su belleza arquitectónica, su ambiente elegante y su cultura. Apenas llegás, te impacta lo cuidada que está la ciudad. Sus edificios de piedra clara, su paseo por el río y sus plazas animadas te invitan a quedarte.
Una de mis experiencias favoritas fue hacer una degustación de vinos en una de las vinotecas del centro y después visitar la Cité du Vin, un museo interactivo dedicado al mundo del vino. Fue educativo, divertido y delicioso.
También aproveché para hacer una excursión a los viñedos de Saint-Émilion, que están muy cerca y se puede llegar en tren. El viaje por los campos de viñas fue una postal viviente, y el pueblo es de esos que parecen detenidos en el tiempo.
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Consejos para viajar en tren por Francia
Después de este viaje, me gustaría compartirte algunos consejos prácticos para que tu experiencia también sea inolvidable:
- Reserva con antelación: especialmente si vas a viajar en TGV o en temporada alta. Los precios son dinámicos y cuanto antes compres, mejor tarifa conseguís.
- Usa pases o tarjetas si vas a hacer muchos trayectos. Por ejemplo, el France Rail Pass puede valer la pena si piensas moverte bastante.
- Descarga la app de SNCF Connect, donde puedes ver horarios, hacer reservas y hasta recibir notificaciones si hay cambios.
- Viaja ligero: las estaciones tienen escaleras, y si bien muchas tienen ascensores, no siempre es lo más práctico ir con maletas grandes.
- Aprovecha los paisajes: siéntate junto a la ventana, pon música y disfruta el viaje. No todo es llegar; a veces el trayecto también es destino.
Francia más allá de París: un viaje que recomiendo a todos
París es espectacular, nadie lo duda. Pero Francia es un país lleno de matices, sabores, paisajes y culturas distintas que merecen ser exploradas. Viajar en tren fue la forma perfecta de conocerla a otro ritmo, con más libertad y profundidad.
Cada ciudad me dejó una sensación distinta, una historia que contar, una comida inolvidable o una vista que todavía guardo en mi memoria. Si estás pensando en viajar a Francia, te animo a salir del mapa tradicional y descubrir lo que hay más allá de la Torre Eiffel.
Porque sí, Francia es mucho más que París… y te está esperando.
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